miércoles, 22 de septiembre de 2010

LA REALIDAD FOTOGRÁFICA

Cuando yo era chica, hubo un gran revuelo familiar aquel día que mi padre compró una cámara de fotos SONY de aquellas que usaban rollos de 12, 24 o 36 fotos, este último era un lujo en realidad. Recuerdo que en aquellas travesuras de niños mi hermano y yo nos habíamos metido a la habitación de mis padres y sin que se den cuenta nos tomamos “prestada” la cámara nueva de fotos para salir luego a la calle y jugar a ser fotógrafos; en realidad no teníamos ni perspectiva, ni enfoque ni nada de aquello que se necesita para obtener una buena imagen, simplemente nos divertíamos captando las imágenes de lo que asomaba, cabe aclarar que estas fotografías no obtuvieron ningún premio Pulitzer ni nada por el estilo debido a que en mi curiosidad de niña aplasté un botón que decia “reward”, mi poco inglés me impedía saber que eso significaba regresar el rollo a su posición normal para sacarlo y luego llevarlo a ser revelado, obviamente la mayoría de las fotos de un rollo de 24 se “velaron” sobreviviendo dos o tres para el recuerdo.

Actualmente es increíble pensar como la tecnología nos ha permitido obtener imágenes asombrosas de todo aquello que queremos captar e incluso mejorarlas por medio de programas como el photoshop, podemos borrarlas si es que no nos resulta agradable y posar las veces que sean necesarias hasta que la foto quede perfecta o por lo menos eso nos haga parecer: que llevamos una vida perfecta y feliz.

Si, es duro decirlo, pero realmente es así, cuando recién empezaron a salir a la venta las cámaras digitales si que era “nice” tener una porque podíamos ver las fotos al instante en la pantallita y todo el que veía a otro amigo con una cámara de aquellas enseguida le daba el bichito de la envidia y se compraba una propia, pero este mercado no hubiera tenido tanto éxito si a la par no hubieran empezado a circular en Internet las redes sociales que nos mostraban las fotos de quienes querían ser nuestros amigos cibernéticos, supongo que fue ahí cuando sin darnos cuenta hemos empezado a jugar a “quién se toma la mejor foto”, cuando de un momento a otro la foto empezó a ser más importante que la persona misma, cuando el “parecer” pasó a primer plano antes que el “ser”.

No alejada de la realidad me ubico cuando nos metemos al Facebook o al casi extinto Hi5, o a otras redes sociales menos conocidas como Sonico o Tagged, por citar algunas y otras páginas donde solamente colgar las pictures de lo que se nos ocurra y algún rato obtener un premio como en Flickr o Fotoblog, pero en realidad ¿lo que mostramos a nuestros amigos es lo que somos y vivimos? O es una fotografía de lo que deseamos ser o de la forma cómo deseamos que nos vean los demás?

Cada uno tenemos la respuesta a esta pregunta, sin embargo no ha faltado algún preocupado que ha hecho circular algunas advertencias de lo peligroso que resulta colgar las fotos de las vacaciones, de los paseos, de los amigos y amigas (peor si son personas famosas o públicas) porque no faltan los investigadores que andan al asecho de los inocentes que cuentan toda su vida en el Internet; pero a todo ello yo me pregunto: ¿por qué satanizar el uso de las redes sociales?, ¿eres tan inocente para aceptar a cualquier persona de amiga o amigo sin nunca haberlo conocido?, ¿dejas al público sin ninguna restricción de privacidad toda tu vida?; la idea de la creación de este instrumento fue compartir muchas cosas que nos pasan en nuestra vida cotidiana con amigos y familiares en todo el mundo con solo ingresar a Internet, pero el uso debería ser ese: compartir, obviamente esto significa que no lo debemos hacer con cualquier persona sino con aquellas a quienes consideramos amigos y amigas, de igual forma guardar siempre el respeto hacia las fotos de quienes han confiado en nosotros al momento de aceptar ingresar a nuestra selecta lista de amigos.

Con esto, no hay duda que cada quien da uso a los instrumentos que se le ponen a la mano de la forma que mejor le parezca, pero tampoco es menos cierto que las fotos por medio de la tecnología se han convertido en el sentido mismo de los viajes, de las fiestas, de las reuniones, tanto así que me he encontrado con personas que llegan a sentir que si no hubo foto es como si el momento nunca existió; supongo que a todos nos ha pasado vernos retratados en una pose de felicidad cuando en la realidad estuvimos atravesando momentos no muy buenos en nuestras vidas, lo peor del caso es que los comentarios en este tipo de fotos es de las personas que nos estiman y nos felicitan por lo bien que hemos salido ahí, por lo bien que nos va en la vida o la envidia que les causa vernos tan felices… bueno, quizá las fotos si están cumpliendo con su labor: hacen parecer la realidad más bonita de lo que en verdad es.