miércoles, 5 de octubre de 2016



¿QUÉ ES ESTO DE SER UN GRAN CIENTÍFICO?

*En reacción a “La última palabra” de mi profesor José Zaa.




Cuando era una niña de 8 años, bajo mis recuerdos no es hace mucho, me imaginaba siendo una “gran científica”: con un microscopio, un telescopio, una libreta de apuntes, lentes y una bata blanca.

En mi imaginación descubría muchas cosas, como seres extraños de este mundo que al ser tan pequeños solo yo los podía ver bajo el microscopio y por otro lado me envolvía en mi mundo soñado de astrónoma y descubría planetas, estrellas, cometas, seres de otros mundos…

Han pasado bastantes años, algunas cosas han cambiado, entre ellas que ya no soy una niña, no tengo un microscopio, la libreta de apuntes no es como la que imaginaba, ya no uso lentes (porque me operé) y no hay un bata blanca que me identifique como lo que dice el título de esta entrada, una “gran científica”, es más, habría que quitarle lo de “gran”… y bueno, siendo honesta, supongo que también lo de “científica”. Lo bueno es que el telescopio sobrevivió a mi imaginación y existe, lo malo es que aún no descubro ningún planeta nuevo, ni estrella y tampoco seres vivos más raros que los que conozco de mi vida diaria, ¿esto confirma que no soy la “gran científica” que soñaba?

Pero entonces, si no cumplir lo anterior es una muestra de que muchos a los que nos gusta las “cosas científicas” no somos científicos entonces ¿qué significa eso de ser científico?... ¿no será que todo aquel que empiece a hacerse esta pregunta ya tiene algo de científico?, no necesariamente debemos estar locos, bueno yo sí lo estoy, pero considero que todos tenemos la necesidad imperiosa de andarnos preguntando el por qué de todo, los niños son un claro ejemplo, a todo preguntan ¿y por qué?, entonces ¿cuándo fue que dejamos de preguntarnos el por qué?, ¿será entonces que sin saberlo todos llevamos un científico que está ahí dentro de nosotros esperando a ser llamado para salir al exterior?

Uno de mis más ilustrados maestros de doctorado, mi querido profesor José Zaa, en una de sus cavilaciones sobre la investigación, nos compartió una reflexión sobre “La última palabra”, en donde muestra su postura respecto del mundo del conocimiento: ¿quién tiene la última palabra en ciencia? Y la respuesta a la que llega doctamente es que nadie la tiene, pues si así fuera todo sería tan vano, tan vacío, tan aburrido. Una de mis compañeras, Elisabeth, respecto de esto expresó algo muy importante: mientras el ser humano exista y tenga la capacidad de pensar, la última palabra en ciencia nunca será dicha.

Si bien concuerdo con lo anterior, quiero acotar algo más, no solamente los seres humanos pensamos y sentimos, pues todos los seres vivientes tienen esa capacidad, pero también me lleva a la reflexión lo expresado por Albert Einstein “Cada día sabemos más y entendemos menos”, y es que quizá en nuestra insaciable sed de conocimientos seguimos pretendiendo conocer más de algo pero no nos preocupamos realmente de entender eso que empezamos a conocer. Esto contrastado en nuestra vida diaria es quizá la causa de muchas de nuestras equivocaciones con las demás personas: creemos saber más de alguien pero no la entendemos, es más ni siquiera nos preocupamos de entenderla porque para eso hace falta precisamente querer saber más.

Por tanto, esto de ser “científicos”, en mi opinión personal, no consiste en la búsqueda de llegar a tener la “última palabra”, en lo que concuerdo con mi maestro Zaa, tampoco de generar paradigmas en el conocimiento, peor aún de poner en el ring a quién tiene la razón y a quién no la tiene basada solamente en mis constructos mentales, sino de ejercer el rol más importante para el ser humano y sin embargo, irónicamente, el que menos le importa a la naturaleza para existir por ella misma: razonar.

Y al fin, no sé si pensar en estas cosas me hace ser aquella científica de mis sueños de niña… Pero ¿Por qué no?